lunes, 15 de abril de 2024

Derechos

La unanimidad con la que los ayuntamientos granadinos afectados han decidido oponerse a la instalación del campamento de inmigrantes en la base aérea de Armilla choca con la práctica de los gobiernos españoles de los últimos diez años, que han otorgado la nacionalidad española a cualquiera que dispusiera de quinientos mil euros para invertir en activos. Millonarios rusos, chinos o saudíes que han comprado bienes inmuebles en el Mediterráneo, desde la Costa del Sol a Cataluña, aprovechando quizá para blanquear capitales o, como dice el Gobierno actual, subir el precio de la vivienda para los demás mortales. Y que, cantaban, quizá, con los Rebeldes: “Nos veremos en Ibiza, en Mallorca, San Luís y Mahón, bailaremos en Valencia, en Alicante, en Gandía y Benidorm, desde L'Escala hasta Playa San Juan, en Cadaqués, en Sitges, playa Libertad, seremos los elegidos en el templo del Dios del Mar…” Lo del eterno verano al sol podrían cantarlo también los miles de inmigrantes acinados en las Islas Canarias, pero no creo que tengan ganas. ¿Por qué no se ha eliminado la llamada “golden visa” antes? ¿Lo que se suponía bueno para el negocio inmobiliario ya no lo es? A raíz de la guerra con Ucrania, no es tan fácil que ciudadanos rusos o iraníes abran una cuenta en España. El dinero, sin embargo, no tiene nacionalidad. La hipocresía que mostramos cuando hablamos de racismo e inmigración no sé si clama al cielo, pero sí al Tribunal de Derechos Humanos, que tiene su sede en ese edificio galáctico de Estrasburgo, y que efectivamente no parece de este mundo. Porque se ve que ni todos tenemos los mismos derechos ni somos igual de humanos, si dependemos de las decisiones de unas administraciones mucho más preocupadas por el interés político que por el interés público. En ciudades como Granada, que celebra la llegada del buen tiempo y de miles de turistas, la vivienda es un bien inalcanzable para demasiadas personas, sobre todo jóvenes que emigran a otros países para poder trabajar, igual que tantos subsaharianos que ansían vivir en éste. La vida ya no es vida en la ciudad, cantaban también Los Rebeldes. ¿Salimos realmente alguna vez de la ciudad? A pesar de la democracia, en el mercado global los derechos no emanan de declaraciones ni de constituciones, sino del bolsillo. Esa potestad legítima para ser, hacer o tener suelen ejercerla sólo quienes más tienen. Parafraseando el título del poemario de José Carlos Rosales, algunos los llevan como piedras escondidas en la ropa, pero otros van desnudos.

IDEAL (La Cerradura), 14/04/2024

lunes, 8 de abril de 2024

Insultos

Lo último que le faltaba al Gobierno es señalar a los medios de comunicación y los periodistas críticos con el presidente o sus ministros, como Óscar Puente. La publicación de listas negras nos recuerda otras prácticas siniestras que han sido comunes en el País Vasco, donde medios afines a ETA señalaban los objetivos a la banda terrorista. No es lo mismo, pero se parece. Quizá ahora baste con el acoso o un escrache. Resulta deprimente comprobar cómo la nueva política se torna bastante vieja, hasta el punto de que haya quien diga que no le extrañaría que en España hubiera otra guerra civil. Vade retro. Los límites de la libertad de expresión están en el delito de injuria, dice el Tribunal Constitucional, y la libertad de crítica es más amplia cuando se trata de responsables públicos. El problema de restar credibilidad al poder judicial es que luego no se confía en la justicia para restaurar el honor o la dignidad personal, si es que nos queda. Pero, puestos a otorgar confianza, mejor depositarla en los profesionales del derecho, que conocen las libertades fundamentales. Algo que no ocurre en el Parlamento, al parecer, pues lo habitual es un cruce de acusaciones, reproches e insultos que a sus señorías les molesta ver en los medios de comunicación, pero no en el hemiciclo, donde amparados por la inviolabilidad se sienten legitimados para dar rienda suelta a los instintos más primarios. En ese contexto, no sorprende que el insulto sea también la práctica habitual en los campos de fútbol, que ya se parecen bastante al Congreso. España no es un país racista, nos dicen, pero a Vinicius le llaman “mono”, como al jugador argentino Marcos Acuña, y “gitano” a su entrenador, Quique Sánchez Flores, y “negro de mierda” al portero Cheikh Sarr, sancionado por encararse con el espectador que lo insultó. Y si se publica en IDEAL que la base de Armilla podría acoger un campamento para mil inmigrantes, la noticia se convierte en la más comentada. “¿No éramos ya muchos?”, dicen. “¿Mil personas deambulando por Armilla, las Gabias y Alhendín?” Por si acaso, el Ayuntamiento de Alhendín se ha apresurado a paralizar las obras. Y en los plenos de otro Ayuntamiento, el de Maracena, eran comunes los insultos y las declaraciones homófobas del concejal de Vox, lo que ha propiciado entre otros motivos una moción de censura. Quizá también deambulemos, como hacen el Gobierno y parte de nuestros políticos. En España, el insulto suele ser el objetivo de cualquier debate. Prediquen con el ejemplo.

IDEAL (La Cerradura), 7/04/2024

lunes, 1 de abril de 2024

Tempus fugit

Paradójicamente, a vivir al día se aprende con el tiempo, cuando la mayor parte de tu vida se ha consumido y alcanzas lo que llaman madurez, que ya suena a despedida. Vive cada día como si fuera el último, decía el filósofo, que parece más fácil que predecir el tiempo atmosférico y hacer los pronósticos que muchos siguieron para planificar las vacaciones de la Semana Santa, que ya se va. Casi no nos hemos dado cuenta y estamos revisando los compromisos de la agenda. Los que planearon salir en procesión y no pudieron cuentan los días para el año que viene, si es que llega. Los hosteleros echan también cuentas, los chiringuitos que no abrieron, los hoteles que tuvieron que cancelar reservas. Pero se han llenado un poco los embalses. Bendita lluvia. Y ahora que volvemos a trabajar hará un sol radiante. ¿Qué más se puede pedir? Por pedir, los ayuntamientos quieren cobrarles una tasa a los turistas, que tendrá más bien la forma de un impuesto que aprobará la Junta de Andalucía, como ya hicieron Cataluña y Baleares. Hay que pagar la limpieza y otros servicios públicos para que en las calles de Granada se puedan cantar saetas. Y si lo cobran todos los dueños de establecimientos que alojan a los visitantes, sean empresarios o no, podría servir asimismo para regular el alquiler de pisos turísticos, que está cambiando el carácter de la ciudad. El carácter es destino, decía también el filósofo, y tal vez vivir al día forme parte del carácter granadino. Pero no estaría mal pensar a largo plazo, para variar, pues la vida de las ciudades suele ser más larga que la de sus habitantes. ¿Tendrá tiempo la alcaldesa, Marifrán Carazo, para charlar con Juanma Moreno? De la Escuela de Salud Pública, por ejemplo, de la gestión de la Alhambra y Sierra Nevada, del respeto al Parque de las Ciencias, a la UGR, al Patronato y a la Fundación García Lorca, de invertir y pensar más en Granada, vamos, y no tanto en Málaga y Sevilla, que a fin de cuentas no tienen arreglo, pues allí no hay más que malagueños y sevillanos, que saben poco de la malafollá. Aunque, para malafollá, la del tiempo. Quizá habría que crear una oficina de la verdad meteorológica para medir el tiempo atmosférico y el político, y esta sí podría tener sede en las ocho provincias andaluzas. Seguro que entre los militantes del partido hay candidatos para hacer cabañuelas. Mientras tanto, sólo nos queda esperar el próximo Domingo de Ramos.

IDEAL (La Cerradura), 31/03/2024

lunes, 18 de marzo de 2024

Apariencias

Deprime comprobar cómo nuestros políticos y los principales partidos, que se supone que representan a la mayoría de los españoles, son incapaces de guardar la compostura ni siquiera en el aniversario del 11-M, donde lo único importante debería ser el recuerdo de las víctimas. También la responsabilidad de los terroristas yihadistas, aunque a estas alturas la Fundación FAES, personajes turbios como José María Aznar y algunos miembros del PP todavía la pongan en duda. Deberían recordar que precisamente fueron los mensajes sobre la intoxicación informativa que circularon por las redes sociales los que propiciaron un cambio de gobierno. Ni José Luis Rodríguez Zapatero, el candidato por el que nadie apostaba en el PSOE, terminaba de creérselo. Pero lejos de aprender de los errores, los partidos políticos y sus portavoces no han dejado de mentir desde entonces, de intoxicar la vida pública, de crear bandos, rencillas, maquillar la realidad e incluso las leyes, sin que quede un resto de dignidad política, allá donde se mire. Y eso en un contexto internacional donde se habla de la tercera guerra mundial, de una nueva glaciación en Europa porque la corriente circular del Atlántico está deteniéndose, del apocalipsis nuclear o climático. ¿Y a qué se dedican los que tienen responsabilidades políticas? A competir sobre quién es más corrupto, quién se ha llevado más comisiones por la venta de mascarillas cuando la gente estaba muriéndose en la calle o encerrados en sus casas, de una manera mucho más silenciosa, eso sí, que la provocada por las bombas en la estación de Atocha. “Y tú más”. Tu novio, tu ayudante, tu colega, tu mujer, tu presidenta autonómica o tu presidenta del Congreso, tu amigo capo del narcotráfico o tu socio traidor a la patria y malversador. Pero ¿quién no malversa el caudal público o el crédito político? Los rifirrafes entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo provocan ya más repugnancia que vergüenza ajena. Fraude, facturas falsas, sociedades pantalla, avatares políticos… En España vivimos una permanente distopía, pero hablamos de marisquerías y porteros de puticlub, hombres de confianza donde los haya. En una semana en la que el Congreso ha aprobado la ley de amnistía, los agricultores granadinos denuncian la notificación de multas de entre 800 y 1500 euros por las manifestaciones de febrero. Se trata de faltas graves de desobediencia, resistencia a la autoridad o cortes de carretera. ¿A qué nos sonará esto? Tienen un espejo donde mirarse y por eso piden también el perdón. La política debería ser algo más que una batalla miserable de apariencias.

IDEAL (La Cerradura), 17/03/2024

martes, 12 de marzo de 2024

Ministros

Llaman la atención las preocupaciones de nuestros ministros, en este caso de nuestra ministra Yolanda Díaz, que piensa que es propio de bárbaros que los restaurantes estén abiertos a la una de la madrugada. Aparte de la Granada de los Robinsones, que alargaban la noche hasta el amanecer, yo añoro aquellos años felices y breves en que los políticos no hablaban como curas ni se metían en la vida de los ciudadanos, que debe ser más sagrada que cualquier credo o ideología. ¿Además de reuniones y contratos dudosos llevarán nuestras señorías el debate político a la hostelería? ¿Nos meteremos a las nueve de la noche en la cama acompañados de nuestra pareja y un buen libro? ¡Oh, paraíso! Algunas costumbres europeas están bien (y no me refiero a la interpretación del delito de terrorismo), pero no casan con el espíritu dicharachero de los latinos, herederos de Grecia y Roma. El ocio puede ser sinónimo de sabiduría, y sin emular necesariamente “El banquete” de Platón, algunos de los mejores poetas de esta ciudad han dejado escritos sus versos en las servilletas y barras de los bares. Qué obsesión tienen nuestros políticos con ordenar la vida de la gente, mientras ellos hacen al parecer lo que les da la gana. Si se respetan los derechos de los trabajadores, que debe ser la preocupación de la ministra de Trabajo, no sé por qué no van a abrir los restaurantes cuando quieran y convertirse en un templo para los insomnes. También Franco recomendaba a los niños que se fueran pronto a la cama, y tal vez le hubiera gustado nacionalizar el sector turístico, que fue un invento de Manuel Fraga. “Spain is different”. Y tanto. Ni siquiera tenemos un Código Penal propio, según Junts. A diferencia de la Comunidad de Madrid, como celebra Isabel Díaz Ayuso, en Cataluña los restaurantes cierran pronto. ¿Tenemos otra batalla a la vista? Y si cierran los restaurantes temprano, ¿a dónde iban a ir a hacer sus tratos Ábalos, Koldo y compañía? ¿Directamente a la sede del ministerio de turno? Se ve que Yolanda Díaz no conoce al pueblo español, como tampoco Carles Puigdemont, a pesar de que su abuela era andaluza. ¡Ay, qué poco aprendemos de los abuelos! Quizá deberíamos acuñar un nuevo eslogan para atraer a turistas de la “upper class”. “Spain is free, Spain is amnesty”, que en español suena más bien a anestesia. Menos mal que tenemos bares y restaurantes. Vayan si son felices. Mejor cantar de madrugada que hacerlo de cara al sol.

IDEAL (La Cerradura), 10/03/2024

lunes, 4 de marzo de 2024

Ciudades temáticas

La falta de imaginación política lleva a convertir las ciudades en parques de atracciones donde exprimir el dominio público y cobrar una entrada por su utilización, como puede ocurrir con la Plaza de España en Sevilla o con el Paseo de los Tristes en Granada, y no quiero dar ideas. Vivimos en la superficie de la realidad, mediática y cambiante, y a falta de una oferta cultural sólida, lucimos el pétreo patrimonio, que mirar y admirar, aunque haya quien opte por irse de tapas. En Granada se ha disparado el precio de los alquileres, pues los propietarios, convencidos de su papel en FITUR, prefieren a los turistas que a los estudiantes, y se trata de sacarle el máximo partido a la inversión inmobiliaria. Las comunidades autónomas y los ayuntamientos, convertidos en promotores del ocio, quieren hacer lo mismo, sólo que como administraciones cobran tributos sobre los establecimientos turísticos o nuevas tasas por la prestación de servicios o el aprovechamiento del dominio público. Así, el vecino que vivía en el centro opta por irse, ya que no puede pasear tranquilamente por las calles y plazas del que era su barrio. Benditos pueblos del área metropolitana, donde todavía se contempla la vida con algo de relajación (cuando no celebra el consistorio todas las fiestas del santoral) y no se respira la contaminación que ya empieza a asfixiar en Granada. Sería mucho más consecuente aspirar a la capitalidad turística que a la cultural. Las ciudades andaluzas no parecen pensar en otra cosa. Además del festival de cine, en Málaga se ha inaugurado este fin de semana la temporada de playa, que gracias al cambio climático ya dura ocho meses, desde el mes de marzo a septiembre incluidos. Nuestros sueños se han convertido en pesadillas y pronto viviremos en un verano perpetuo. ¡Vacaciones! ¿Quién va a trabajar? Por mucha inteligencia artificial que haya siempre harán falta camareros y cocineros, que ya se aprecian mucho más que los doctores en Filosofía o en Derecho. ¿De qué nos sirven las instituciones culturales o los museos si no es para colocar a alguien del partido? Si Lorca levantara la cabeza de su tumba (si es que se encuentra), quizá en vez de una pluma enarbolara un lanzallamas para purificar todas las instituciones que llevan su nombre y que confunden la cultura con la política. Ay, las instituciones. Se pone al frente a un títere, se cobra una entrada y pelillos a la mar. A fin de cuentas, ya podemos bañarnos hasta el invierno que viene, que será todavía más corto.

IDEAL (La Cerradura), 3/04/2024

lunes, 26 de febrero de 2024

Discursos

La política debería ser una actividad ceñida a la realidad, pero los discursos suelen construirse de acuerdo con los deseos de quienes los pronuncian y no de los problemas de los ciudadanos. Deprime escuchar a los portavoces de los partidos analizar los resultados electorales, maquillándolos, no reconociendo la derrota, en el caso del PSOE, como si no fuera un partido de Galicia o de España, sino de otro planeta quizá. Nuestros políticos comienzan por no reconocer los errores y terminan enajenados, viviendo en otra realidad que al parecer es distinta a la de sus votantes. “Es que no entiendes la política”, te dicen. Pero con tantas contradicciones resulta imposible. Menos mal que para aclararlas está la ley, ese mínimo común que permite la convivencia. Y por eso en democracia existe la separación de poderes y la judicatura. Sin embargo, llegados al punto de interpretar la realidad según los propios deseos, nos estamos acostumbrando a negar los principios democráticos, y ya es demasiado común escuchar a políticos, contertulios y columnistas con poca formación la idea peregrina de que la soberanía popular está por encima de todo, incluyendo las leyes. Porque la soberanía popular es un poder constituido y las leyes se aprueban o se modifican en el Parlamento, y no es más democrático un país en el que se permite que quien las vulnere, sea Donald Trump o Carles Puigdemont, se presente a unas elecciones, como hemos escuchado últimamente. Eso no demuestra que exista una democracia más madura o más fuerte, sino sólo más anárquica y analfabeta. Quien no tiene respeto por el ordenamiento jurídico, difícilmente lo va a tener por los derechos y libertades de los ciudadanos. Las elecciones no lo solucionan todo, y las amnistías tampoco, por bien intencionadas que sean, cuando se confunden las iniciativas políticas con la prevaricación. Ninguna idea legitima la malversación de los recursos públicos, que pertenecen a todos los ciudadanos, los que están contigo y los que no. El fin no justifica los medios en un país democrático, pues el medio es la democracia misma, que en esencia es un procedimiento de actuación. Y el respeto de lo público debería estar por encima de otras consideraciones. Cuando nuestros políticos transmiten la idea de que la impunidad es legítima y todo vale, ¿por qué no van a hacer lo mismo el resto de los ciudadanos? ¿Porque no ostentan un cargo público? Del abuso del decreto-ley a la dictadura hay un pequeño paso. Sobre todo cuando no tenemos claro cuáles son los principios democráticos.

IDEAL (La Cerradura), 25/02/2024